31 de Agosto 2016
Norma Islas
Mediante el Programa de Conservación de Tortugas Marinas, el Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur) lleva a cabo acciones para proteger a esta especie de amenazas como la depredación humana.
El coordinador del programa, José Antonio Trejo Robles, destacó el propósito de contribuir a que esta temporada de anidación sea más abundante que la de 2015.
Agregó que a pesar de que las prácticas en contra de la tortuga marina por parte del ser humano han disminuido aún persisten, por lo que se implementaron rondas de patrullaje en las distintas playas para reducir el número de tortugas anidadoras sacrificadas, así como de nidos robados.
Manifestó que otro factor importante que incide en el éxito de la anidación de las tortugas es el tema de las condiciones climáticas, ya que tanto el calor como la presencia de huracanes afectan de manera negativa.
Dijo que en la temporada de 2015 las altas temperaturas provocaron la mortalidad de miles de crías y posteriormente las tormentas tropicales y huracanes cambiaron las condiciones ambientales, “lo que provocó que corrales de incubación se inundaran o se erosionaran, y se perdieron por completo”.
El investigador añadió que en las acciones de protección participan los comités de vigilancia ambiental, estudiantes, maestros y personal administrativo de la carrera de Biología Marina del CUCSur, así como personal de hoteles, restaurantes y negocios de la zona.
Trejo Robles Destacó que con este trabajo de conservación y rescate se pretende proteger a más de 700 mil huevos: 600 mil en el Campamento La Gloria, 120 mil en la Playa el Coco y 11 mil más en Bahía de Navidad (Melaque y Barra de Navidad) y el hotel ubicado en Tenacatita.
Puntualizó que dichas playas cuentan con las autorizaciones requeridas para el manejo de la especie que otorga la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Dirección General de Vida Silvestre (DGVS).
Precisó que las especies que llegan a las playas de Jalisco son la golfina (lepidochelys olivácea), la prieta (chelonia agassizii), la laúd (dermochelys coriácea) y la carey (eremochelys imbircat).
Asimismo, resaltó la importancia de la participación de la sociedad en este trabajo de conservación.
“Quienes estén interesados en contribuir pueden hacerlo como voluntarios de instituciones educativas de todos los niveles, como estudiantes a través del servicio social o prácticas profesionales y en grupos familiares, entre otros”, subrayó.
NIM/BPG