02 de Agosto 2016
Cualquier acción que se pretenda emprender para cuidar a un bosque con más de 140 mil años de vida no puede ser aislada. No es posible darse el lujo de ignorar los factores que lo hacen un complejo ser vivo.
Esto les queda claro a los investigadores, estudiantes y ciudadanos que se reunieron en el ITESO para participar en la sesión de Aula Abierta titulada “PAP Anillo Primavera y vida digital”.
¿Qué partes conviven en esas 30 mil hectáreas que comprende el Bosque La Primavera y que tanto interesan desde hace años al ITESO? ¿Qué están haciendo los distintos Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) de la universidad para medirlas, conocerlas a detalle, entenderlas a cabalidad y, eventualmente, proponer acciones de conservación y mejora con los habitantes y numerosas agrupaciones civiles?
El bosque tiene aire, agua, tierra, animales, árboles, plantas, patrimonio edificado, corredores biológicos y, claro, habitantes, unos actores a los que se debe tomar muy en cuenta en cualquier ecuación que tenga por objetivo real reducir el daño que se le ha infligido a esta reserva de la biosfera para la Unesco y a la que le ha tocado sufrir el crecimiento de la segunda mancha urbana más grande de México: el Área Metropolitana de Guadalajara.
A partir de una pregunta central: ¿Cómo influye el Bosque La Primavera en la salud y la calidad de vida de los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara?, un grupo de profesores e investigadores de los departamentos del Hábitat y Desarrollo Urbano, y de Electrónica, Sistemas e Informática del ITESO (DHDU y DESI, respectivamente) se ha dado a la tarea de posar sus ojos y sus conocimientos sobre un bosque afectado por desarrollos inmobiliarios, depredación forestal, incendios y la construcción de obras viales como el Macrolibramiento de Guadalajara.
¿Cómo? A través de media docena de proyectos que presentaron los avances que registraron a lo largo del verano. Entre estos PAP estaban: “Levantamiento topográfico con drones en Los Cerritos”; “Colocación de sensores para la calidad del aire y la prevención temprana de incendios” o “Corredor biológico Ahuisculco”.
Entre otras acciones, se hicieron mapeos de vulnerabilidad, se realizó un seguimiento del bosque con fotogrametría satelital (imágenes de reconocimiento de terreno), se detectaron las zonas idóneas para reforestar y se monitoreó la calidad del aire a partir de sensores colocados en demarcaciones como las faldas del Volcán de Tequila, la zona de El Bajío, Tala o San Isidro Mazatepec.
NIM/BPG