15 de Agosto 2016
Elizabeth Hernandez
Desde hace más de cuatro décadas, el santuario El Rosario, ubicado en los bosques de Michoacán, es el hogar de la mariposa Monarca entre finales de octubre y hasta marzo. Los habitantes de esta reserva, que ha sido denominada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esperan la llegada de las millones de mariposas, uno de los fenómenos migratorios más importantes de la naturaleza, que actualmente tiene como principal enemigo, el cambio climático.
Eduardo Rendón Salinas, subdirector del Sistema Neovolcánico y Mariposa Monarca del Fondo Mundial para la Naturaleza, señala que este año se presentaron variaciones climáticas que afectaron a la mariposa Monarca, así como al bosque.
“En términos reales lo último que ha estado sucediendo son las variaciones climáticas extremas. Por ejemplo, este año tuvimos la tormenta invernal en marzo que fue inaudita, porque a la llegada de la primavera nunca se había visto, la gente de aquí dice que en 50 años nunca se había visto una tormenta invernal de este estilo que llegara nieve en todas las partes altas de las montañas.
“El cambio climático, la debilitación de bosques y ahora las plagas forestales, tanto de descortezadores como de plantas parásitas, están afectando más al bosque, por eso ahora las amenazas naturales son las más importantes para los bosques de la Monarca”, explicó Rendón.
María Imelda González Guzmán, habitante de El Rosario, quien ayuda año con año a reforestar el bosque donde nació, explica que ese fenómeno arrancó de raíz muchos árboles de la reserva.
“Nosotros valoramos mucho por aquí y ahorita vino el aire y tiró mucha madera, pero nosotros no los tumbamos, fue el aire, cayó la nieve y los árboles los arrancó enteritos, y ahí no tuvimos la culpa nadie”, aseguró González.
Para hacer frente a esta situación, los habitante de la región de El Rosario, quienes esperan a miles de visitantes para finales de octubre, trabajan desde marzo en la reforestación de la zona, como lo hacen año con año, ya que no sólo es parte de su entorno y el lugar en el que viven, sino también es el sustento económico de la comunidad.
“Hay mucha gente que a la mejor no lo valora porque se pregunta, qué significa sembrar un árbol, porque, a la mejor yo ya no voy a vivir muchos años, pero mis nietos, mis bisnietos que vengan a ver lo que sus abuelos sembraron y que ellos sigan sembrando”, explicó González, mientras que ágilmente cubre con tierra el pequeño árbol que acaba de sembrar.
La deforestación de los bosques en esta zona de Michoacán ha disminuido en la última década, y actualmente, la tala ilegal ha disminuido, ya que los ejidatarios, con apoyo de empresas privadas y algunas acciones del gobierno, mantienen vigilada la zona las 24 horas del día para erradicar este mal, que este año destruyó 10 mil hectáreas, según indicó Homero Gómez González, presidente del Comisariado Ejidal del Rosario.
“En México nos atacaban mucho con la tala ilegal. Este año hubo tala de 10 mil hectáreas, pero no se puede comparar de todo lo que hemos sembrado de nuevos bosques, pero ahora les hemos dicho y exigido al grupo de alto nivel que según, se junta México, Estados Unidos y Canadá en reuniones privadas para tratar lo de la Monarca, sin invitar a campesinos, hemos dicho que se exija a la empresa Monsanto, la trasnacional de mucho poder económico que le exija que le baje a la aplicación de pesticidas indiscriminadamente que hace en los países del norte donde está la mariposa y que mata a millones de ellas”.
Este ejido entendió desde hace más de una década que al cuidar sus bosques tienen una fuente segura de ingresos y que la tala clandestina no es parte de este negocio, por lo que ahora han decidido ayudar a conservar este santuario en beneficio de la comunidad, de las futuras generaciones, de los visitantes, pero sobre todo, de la mariposa Monarca que está próxima a realizar su extraordinaria migración.
Las mariposas reproductivas viven de cuatro a cinco semanas. Sin embargo, cuando se acerca el otoño, en Estados Unidos y Canadá nace una generación especial, la generación Matusalén.
Estas mariposas no son iguales a sus ancestros. A diferencia de sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos que tuvieron vidas efímeras de un mes, las mariposas migratorias viven hasta siete u ocho meses. Si los humanos viviéramos un promedio de 75 años, equivaldría a que nuestros hijos vivieran 525 años.
BPG