Un grupo de científicos lucha en el norte de Rusia, en la región de Yamalia-Nenetsia, contra un brote de plaga de Siberia (ántrax), que se extiende entre los renos a causa de las altas temperaturas.
Se trata de una consecuencia del cambio climático, que las autoridades rusas han afirmado que afecta a Rusia en una tasa muy superior a la que se da en promedio en el resto del mundo.
Las alarmas saltaron a principios de agosto, luego de que un niño de 12 años muriera en el norte de Rusia por una plaga dormida durante 75 años, mientras otras 90 personas fueron hospitalizadas, 53 de ellas niños.
La catástrofe surgió a raíz de la muerte del niño, que fue precedida por la de dos mil 300 renos sin que ningún medio revelara la situación.
Según Anna Popova, directora del Servicio Federal para la Supervisión de la Protección de los Derechos del Consumidor y el Bienestar Humano (Rospotrebnadzor), las costumbres tradicionales son la causa de la infección en los niños.
Las familias en Yamalia tienen una tradición que consiste en comer carne y beber sangre de reno como parte de una dieta tradicional en una zona donde no puedes conseguir otros alimentos para llevar una alimentación equilibrada. El reno consumido estaba infectado.
La bacteria del ántrax provoca infecciones con fiebre, dolor de estómago, diarrea, vómitos y algunas veces, puede producir la muerte.
Para evitar el contagio existe una vacuna que había dejado de administrarse en la zona en 2007 porque se consideraba que ya no había peligro de un nuevo brote. Sin embargo, la bacteria tiene la capacidad de vivir durante milenios.
En tanto, para evitar que la infección se propague, se quemaron las pertenencias de los habitantes de la tundra (la ropa, objetos cotidianos). En la zona se está llevando a cabo una campaña de vacunación masiva de personas y animales.
La razón principal de lo sucedido en Yamalia es el calentamiento global. Durante un mes las temperaturas en la región se han mantenido alrededor de los 35 grados centígrados. Como resultado, se ha derretido la capa superior de hielo permanente, el permafrost, que contenía esporas de la plaga de Siberia.
Estas esporas son capaces de soportar cambios drásticos de temperatura y tienen una vida de más de 100 años.
El ántrax llegó hasta los renos, muy debilitados por el calor, a través de su alimento principal, el liquen. Y posteriormente a los humanos como consumo alimenticio.
La infección puede transmitirse también por agua y con el viento que arrastra esporas mediante el polvo que lleva la bacteria.
Como medida de prevención, Rusia distribuyó en los hospitales 90 mil vacunas de las que sólo se han usado 35 mil, ya que los habitantes suelen permanecer lejos de los centros sanitarios y no confían en los inventos de la civilización.
Por el momento la zona se encuentra en cuarentena hasta que se quemen todos los cadáveres de renos. Aunque lo preocupante no es la bacteria en sí, sino el hecho de que haya despertado con el calentamiento global.
BPG